Dentro de las áreas de la estética que quitan el sueño a toda mujer se encuentra con preponderancia, sin lugar a dudas, el cuidado de los extremos queratínicos de manos y pies. Las niñas pequeñas practican pintando sus uñitas con marcadores. Las mujeres, más convenientemente, tomamos un curso de uñas de gel para aprender a hacérnoslas a nosotras mismas y a veces también como plan para generar ingresos extras.
Toda fémina no solo aprende a mantenerlas limpias, cortadas y limadas, sino además a usar diferentes productos para embellecerlas, endurecerlas y garantizar que crezcan más rápido y resistentes. Ya sean naturales o postizas nos gusta utilizar distintos esmaltes o barnices para decorarlas.
La maravillosa laca matizada fue inventada en 1924 y desde entonces dejaron de estar en boga las uñas naturales. Hace unos años la oferta de colores existentes variaba entre el rojo intenso, pasando por el rosado y el nácar hasta el marrón. Hoy en día, me atrevería a decir que no hay límite al respecto. Las muchachas las lucen en blanco, amarillo, verde, azul, y hasta en negro con decoraciones en plateado y dorado entre otros. El mate asimismo ha ganado terreno.
La base de los barnices son las pinturas de vehículos. Se les incluye distintos componentes químicos, donde se trata que la proporción entre ellos no sea dañina para las personas y produzca el tono deseado. Contienen ente otros materiales: nitrocelulosa, tolueno, formaldehido, alcohol isopropílico, ácido cítrico y dióxido de titanio.
Los primeros tres son los básicos y de uso más extendido, que se disuelven en solventes como acetato de butilo o de etilo, formando la capa de color básica del esmalte con la propiedad de reflejar la luz. Para añadir tonos, sostener las partículas en suspensión en la botella y conservar el matiz, después de secarse se requieren ingredientes adicionales.
Este es un sector que también cambia según la moda, como ya se ha mencionado. Conservar la variedad de esmaltes que poseemos es recomendable no solo desde el punto de vista práctico, sino igualmente del económico. Recordemos que los mismos deben almacenarse en un lugar fresco, inclusive en la nevera. Y si aún no estamos duchas en estas artes animémonos, conviene tomar un curso de cuidado profesional de nuestras uñas.
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